Tormentosas palabras
que portan nulo significado, carentes de verdad y moral, que
lentamente, se transforman en el peor de los ardides.
Ordenadas en el caos
de la mente, que sin saberlo, se impulsa hacia la más dulce
oscuridad, donde el alma reposa aterrada, como un niño se aterra con los sonidos de la noche.
Remordimientos que obligan a establecer tu propia telaraña, teñida de sangre carmesí y el negro de la falsedad.
Que con paso sosegado, se extiende por todo tu mundo, consumiendo cada partícula de tu ser, que desesperado, grita al mundo en pos de recibir una ayuda que nunca llega.
Un grito difuminado en el crudo sonido de la mentira que brota de tus labios cual cascada de agua helada, para perderse en el eco del propio engaño, dejándose convencer de sus propias argucias para así acallar la culpa y poder fingir ser fuerte ante sus propios verdugos.
Thomas Vera - Marzo 2014
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